Mientras el perro cumplía su misión junto al niño profundamente dormido, advirtió, de pronto, que una gran serpiente avanzaba con cautela hacia la cuna para devorar al niño. Saltó el perro en el acto sobre la culebra, entabló con ella una furiosa lucha, y, al fin, sus rabiosas dentelladas lograron matarla; pero el triunfador quedó con las fauces ensangrentadas.
En esto llega el servidor del rey, cumplida ya la orden que se le había dado, y el fiel can sale hasta la puerta para recibirlo, gozosísismo por la proeza que acaba de realizar; más el amo ve en su boca sangre, imagina que es la de su hijo que el animal acaba de devorar, y horrorizado y furioso desenvaina la espada y lo deja muerto a sus pies. Penetra desolado en la habitación, y se halla con que su niño seguía tranquilamente dormido y junto a él estaba la destrozada serpiente. Entonces comprendió por qué estaba manchado de sangre el fiel perro, y nunca más se perdonó el haber obrado con tanta precipitación.
De "La leyenda y el cuento populares" - Ramón D. Perés - Editorial Ramón Sopena, S.A. Barcelona. 1.981
Si el padre no hubiese matado al perro, seguro que este querría al niño como Alma me quiere a mi
No hay comentarios:
Publicar un comentario