miércoles, 27 de octubre de 2010

La perrilla


Es flaca sobremanera
toda humana previsión,
pues en más de una ocasión
sale lo que no se espera.

Salió al campo una mañana
un experto cazador,
el más hábil y el mejor
alumno que tuvo Diana.

Seguíale gran cuadrilla
de ejercitados monteros,
de ojeadores, ballesteros
y de mozos de traílla.

Van todos apercibidos
con las armas necesarias,
y llevan de castas varias
perros diestros y atrevidos,

caballos de noble raza,
cornetas de monte, en fin,
cuanto exige Moratin
en su poema La Caza.

Levantan pronto una pieza,
un jabalí corpulento,
que huye veloz, rabo al viento,
y rompiendo la maleza.

Todos siguen con gran bulla
tras la cerdosa alimaña;
pero ella se da tal maña
que a todos los aturulla;

y aunque gastan todo el día
en paradas, idas, vueltas,
y carreras y revueltas,
es vana tanta porfía.

Ahora que los lectores
han visto de qué manera
pudo burlarse la fiera
de los tales cazadores,

oigan lo que aconteció,
y aunque es suceso que admira,
no piensen, no, que es mentira,
que lo cuenta quien lo vio,

Al pie de uno de los cerros
que batieron aquel día,
una viejilla vivía,
que oyó ladrar a los perros;

y con gana de saber
en qué paraba la fiesta,
iba subiendo la cuesta
a eso del anochecer.

Con ella iba una perrilla,
mas, sin pasar adelante,
es preciso que un instante
gastemos en describilla:

perra de canes decana
y entre perras protoperra,
era tenida en su tierra
por perra antediluviana;

flaco era el animalejo,
el más flaco de los canes,
era el rastro, eran los manes
de un cuasi-semi-ex-gozquejo;

sarnosa era, digo mal,
no era una perra sarnosa,
era una sarna perrosa,
y en figura de animal;

era, otrosí, derrengada;
la derribaba un resuello;
puede decirse que aquello
no era perra ni era nada.

A ver pues la batahola
la vieja al cerro subía,
de la perra en compañía,
que era lo mismo que ir sola.

Por donde iba, hizo la suerte
que se hubiese el jabalí
escondido, por si así
se libraba de la muerte.

Empero, sintiendo luégo
que por ahí andaba gente,
tuvo por cosa prudente
tomar las de Villadiego.

La vieja entonces, al ver
que escapaba por la loma,
¡sus! dijo por pura broma,
y la perra echó a correr.

Y aquella perra extenuada,
sombra de perra que fue,
de la cual se dijo que
no era perra ni era nada,

aquella perrilla, sí,
cosa es de volverse loco,
no pudo coger tampoco
al maldito jabalí.


José Manuel Marroquín
                                                 
Con Pantra que me espera en el cielo

LOS PERRUNGUITOS

LOS PERRUNGUITOS

Hacia Roma caminan dos perrunguitos 
a que los case el papa porque son perros.
Sombrerito de Hule lleva Atreyitu
y la Pantrica, de terciopelo.
Al pasar por el puente con Falcorcito,
tropezó matildilla, cayó Paola.


Han llegado a Palacio, suben arriba. 
Y en la sala del papa los desaniman.
Ha preguntado el Papa como se llaman.
El dice que Atreyu, ella que Pantra.
Ha preguntado el Papa de dónde eran.
El dice del Trueno, ella hociqueña.

Ha preguntado el Papa que si han pecado.
El dice que un lamidito que ella le ha dado.
Y la Pantrica que es ladradora,
ha escondido el hocico tras la manito.
Y ha respondido el Papa desde su cuarto:
Quién fuera perrunguito, para otro tanto.

Los tincitos de Cali, están felices.
Porque Atreyu y Pantra ya se casaron!

MAGNIFICO ANIMAL

MAGNIFICO ANIMAL

Me he dado cuenta al verle tumbado en el pasillo , echado con la mirada perdida que tus ojos brillaban.
No se si dormias o esperabas a alguien, principalmente creo que me esperabas a mi, tu "dueño".
Justo cuando el sonido de mis llaves se oyen, aquel perro viene me saluda mueve su cola de un lado a otro muy fuertemente.
Apenas me coloco los zapatos... se va volviendo loco y cuando cojo su collar, ya aquel perro esta en la puerta.
Despues de llegar de aquel paseo el perro descansa, cae como una hoja seca y bebe agua hasta que vuelve a dormirse.